Preservar el valor de una empresa no es cuestión de suerte. Tampoco basta con buenas intenciones. Requiere de sistemas bien diseñados que detecten, prevengan y corrijan fallas antes de que se conviertan en pérdidas. Aquí entra en juego el control interno: una herramienta clave (aunque a menudo subestimada) que protege lo que las empresas construyen día con día.
Cómo ayudan la gestión de riesgos y el control interno a evitar pérdidas?
La gestión de riesgos y el control interno van de la mano. Mientras que la gestión de riesgos identifica posibles amenazas (fraudes, errores, incumplimientos, desperdicios), el control interno implementa mecanismos para prevenir que esos riesgos se materialicen.
Algunos ejemplos de cómo actúa el control interno:
- Detecta operaciones inusuales antes de que se conviertan en fraudes.
- Evita pagos indebidos o retrasos que afecten la relación con proveedores.
- Protege activos clave como información sensible o inventarios.
- Mejora la trazabilidad y documentación para auditorías y toma de decisiones.
En resumen: ayuda a que la empresa no pierda lo que ya ganó.
Principales barreras culturales al implementar control interno
Aunque suena lógico tener control interno, muchas empresas se resisten a implementarlo por razones más culturales que técnicas:
- "Es mucha burocracia, nos quita agilidad."
- "Es costoso y no genera ingresos."
- "Eso es solo para empresas grandes."
- "No lo necesitamos, aquí confiamos todos en todos."
Estas ideas pueden frenar avances importantes. De hecho, una de las claves del éxito en la implementación de controles es cambiar esta percepción: el control no es un freno, es una red de seguridad para avanzar con confianza.
Beneficios tangibles del control interno en eficiencia y rentabilidad
El control interno bien aplicado no es solo una medida preventiva, también puede generar valor directamente. Algunos beneficios claros:
- Mayor eficiencia operativa: se eliminan procesos duplicados o innecesarios.
- Mejor toma de decisiones: al contar con información más clara y confiable.
- Reducción de pérdidas: menos errores, menos fraudes, menos desperdicios.
- Mejora de la reputación: la transparencia genera confianza entre inversionistas, clientes y autoridades.
Además, cuando el control interno se aplica con criterios de costo-beneficio, puede incluso representar un retorno positivo sobre la inversión.